Hazte la siguiente pregunta: ¿Estoy convencido de que la obra que estoy realizando la he recibido de Dios? Y no me refiero únicamente a las actividades que realizamos relacionadas con el ministerio cristiano, sino a cada esfuerzo de nuestras vidas.
Hay 24 horas en un día. ¿Como las estas utilizando? Revisa en que estas invirtiendo tu tiempo, tu dinero, y tu esfuerzo. El principio de Pareto dice que, en general, el 80% de nuestros esfuerzos producen el 20% de nuestros resultados.
¿Será posible que estas invirtiendo en desarrollar cosas que están fuera de los planes de Dios para ti, y que por esa razón no estás viendo los resultados que desearías ver? Recuerda que el plan de Dios para tu vida es individual, no lo puedes comparar, o evaluar contra el de otra persona.
Quizás Dios no está demandando un cambio drástico en tus ocupaciones diarias, pero la revisión de nuestras prioridades es algo que debemos hacer. Uno de los beneficios más importantes que podemos recibir del Espíritu Santo es el entendimiento para vivir de acuerdo a la vocación con la que fuimos llamados.
Pídele a Dios que te llene con su Espíritu, que abra los ojos de tu entendimiento y que guíe tus pasos en la verdadera vocación para tu vida, para que así puedas disfrutar de la plenitud de la vida abundante que Jesús compro para nosotros.
